Recuerda la primera vez que le juró que fue sin querer, y en los hijos que vivieron prisioneros de su miedo. Ella nunca dice que no, es la esclava de su señor, ella siempre lo perdona, a sus pies sobre la lona; su patria es su casa, su mundo la cocina, se le viene encima.
María soñaba con ser la princesa de los cabellos de oro y la boca de fresa.
Un día dejó el corazón abandonado en su colchón. Solo piensa, al ver su cuerpo: "ay! del quinto mandamiento". María no tiene color en la sangre, se apaga y no lo sabe nadie.
María se fue una mañana sin decir nada, María ya no tiene miedo, empieza de nuevo.
María escapó de sus gritos.
Ahora se bebe las calles.
2 comentarios:
Adoro esta canción, se me pone la piel de gallina, y la foto no podía ser mejor, ole!
Es preciosa, ¿verdad? Siento no visitar tu blog tan a menudo como tú el nuestro. Nos alegramos de tener una lectora asidua entre nuestras líneas.
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