Observo mis brazos, mis manos, mis dedos. Hoy tienen otro tamaño, color, textura, sutil caricia de los recuerdos. Mis dedos turbados de sonrojo, repletos de alegría gritan tantas palabras que es imposible escribirlas. Testigos de la intimidad de una poesía hecha a medida.
lunes, 22 de diciembre de 2008
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