domingo, 4 de octubre de 2009

EL REENCUENTRO


Anton, Fermín y Eusebio eran amigos de toda la vida. Sin embargo, hacía años que habían salido del pueblo para buscarse la vida y ahora volvían buscando el calor de la infancia en unas calles renovadamente olvidadas.Poco después de la hora acordada llegó Eusebio, pero aunque no llovía, al abrir la puerta estaba mojado .Allí estaban los dos viejos, que se alegraron al verle, y Eusebio preguntó: - ¿Cómo andáis?Fermín rompió a llorar con los recuerdos empapados y el corazón roto de añoranza, y apenas habló de sus grandes sufrimientos en la vida, viudo desde hacía dos semanas y con el único oficio de jubilado. Cuando se recompuso, preguntó: - ¿Y vosotros como andáis?. Anton anunció con algo de tristeza que había sido feliz durante casi cuarenta años con una mujer maravillosa, pero que ya hacía casi dos peinaba su soledad frente al espejo. Fue entonces cuando Eusebio, que seguía empapado como si las gotas le salieran desde dentro, contó que había hecho de todo en la vida, se había casado cinco veces pero sólo había amado una, la última, y se divorció por dignidad, porque no podía permitirse que su mujer descubriera sus infidelidades a voz en grito, ante todo valoraba la discreción. Había hecho fortuna en negocios a veces poco transparentes. Los otros advirtieron por su forma de hablar que estaba orgulloso de sí mismo, de los amores destrozados, de los muchos clientes que había estafado a golpe de exigencia. A Fermín y Anton se les retorció el medio corazón al oír al viejo amigo en su discurso, y no acertaban a decir nada hasta que descubrieron, curiosamente, que lo que mojaba al hombre no era la lluvia sino decenas de respetos, dignidades y desgracias que resbalaban hacia el suelo en un charco de letras.

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