El baile de máscaras empieza cuando el mimo abre sus manos y extiende las palmas al aire, mira con los ojos cerrados al pájaro que echa a volar y siente su cuerpo hundiéndose en la arena. La música inunda los poros, y un escalofrío une en un abrazo las miradas. El humo caprichoso se desliza por el aire y los cuerpos fluyen libres y se expanden fuera de los límites de la piel. Los dedos raíces, las piernas olas, la cabeza alas, todo nace, crece hasta el infinito y muere lentamente en un susurro infantil, casi inaudible. Cuando el cuerpo yace yermo el viaje sigue vivo en la imaginación.
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