domingo, 19 de octubre de 2008

KAHLO CALÓ

Anoche me sumergí en tierras mexicanas, entre huipils y whiskies, con la llorona colgada al oído y un murmullo de tacones esparcido en todas partes. En mi memoria se abrieron las páginas de los libros, melodías, sueños que desde tiempo atrás inundaron mis anhelos.
Allí estaba Fruida, ante un espejo la colegial encontró a su imagen más bella y la imitó en un baile sensual y cadencioso, reflejo de su yo emergido del mismo cuerpo, tan igual pero tan ajeno, sacando el perfume fuera del cristal y cobrando vida propia.
Las 1000 Fridas revoloteando por el escenario a golpe de flamenco: Frida se mira en el espejo juguetona, y tras la derrota se mira rota de dolor. Friducha, la bella paloma viajera que dejó sus llantos entre dos continentes y muerta la esperanza voló con sus manos para hacer arte. De Frida salen 1000 Fridas que aman, viajan, bailan, crean, se enfadan, lloran y callan.
Y frente a ella yo, perpleja, admiraba las formas de la dama surgida de la nada, después de tanto tiempo deseada. Tomó forma, tomó altura, y mi Frida ensoñada nació de la nada en forma de baile.

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